noviembre 15, 2011

LA FOTOGRAFÍA DOCUMENTAL: ENTRE LA DEFINICIÓN, LA SUPERVIVENCIA Y EL COMPLEJO

Prohibido aparcar
Fotografía por: Hilla y Bernd Becher

Conferencia presentada en el marco del las Jornadas de Fotografía Documental en Can Basté (Barcelona, España) por Manel Úbeda y Núria Gras.

Desde hace relativamente poco tiempo que el término "Documental" o "Documentalismo", ha cogido fuerza y se ha impuesto, no siempre de manera acertada, por encima de lo que siempre hemos llamado fotoperiodismo, que es lo que a menudo acabamos hablando cuando hablamos de fotografía documental. Hay que recordar que la fotografía periodística es, en sí misma, un documento. El fotoperiodismo es, esencialmente, una manera de hacer periodismo, o dicho de otra manera, contar una historia mediante imágenes. 

Por otra parte, la fotografía documental se puede entender en una vertiente mucho más amplia y, si queréis, etimológicamente más ajustada: - El seguimiento fotográfico de una obra de ingeniería civil, es fotografía documental. - Las imágenes que un cirujano plástico hace del antes y el después de las operaciones que realiza, también lo son. - El album de familia, que ha sido un objeto-documento preciado durante muchas generaciones en el ámbito familiar y que, ahora, por un cambio en los usos y funciones del medio, ha caído en desuso, también es un documento. - También son fotografía documental las imágenes que han servido para dejar constancia de las intevencion artísticas, instalaciones o performances, fruto de las corrientes conceptuales y del arte efímero. - Por no hablar de una larga lista como los médicos forenses, la policía científica, etc. No es nuestra pretensión poner etiquetas ni definir los límites, bastante desdibujados, de la fotografía. Esto, de etiquetar o etiquetarnos, es una tarea reservada, a pesar de nuestros esfuerzos, de los futuros historiadores y estudiosos de la fotografía. Estos límites, a menudo pretendidamente difundidos, han abierto debates ideológicos y creativos apartes. No olvidemos que uno de los máximos exponentes de la fotografía documental a nivel internacional lo tenemos en el trabajo del matrimonio Becher, un trabajo formal y de carácter documental, pero que tiene, por encima de todo, una gran consideración artística, hasta el punto de haber creado una corriente: la escuela de Dusseldorff.

Pero quizás hay que seguir matizando y definiendo un poco más. "Ser" fotógrafo puede abarcar el concepto de "trabajar de fotógrafo", pero también abarca una dimensión mucho más amplia y profunda: la autoría. Y este "ser autor / fotógrafo" trasciende a cómo nos definimos profesionalmente, o dicho de otro modo, a como nos ganamos la vida. El fotógrafo como autor tiene plena libertad para ejercer su condición y desarrollar su trabajo. Este trabajo personal nace de las inquietudes, obsesiones o compromisos morales de su autor. Es cierto que tenemos ejemplos de grandes fotoperiodistas que hace muchos años que están haciendo un trabajo fotográfico impresionante en países en conflicto en todo el mundo, pero seguro que no no habría que pensar demasiado para citar algunos ejemplos de cómo estos trabajos y fotógrafos han migrado de los medios impresos a los espacios expositivos: (Sebastiao Salgado, Gervasio Sánchez, Walter Astrada, Clemente Bernard ...) Y es que la necesidad empuja cada vez más a los fotoperiodistas en entrar en circuitos que tradicionalmente han sido ajenos al género, y que ello obliga a redefinir la profesión y el trabajo. En estos sentido, la palabra Documentalista, parece querer definir un nuevo perfil de fotógrafo, a medio camino de la profesión fotoperiodística y un tipo de fotografía con una huella mucho más personal.

El fotógrafo ya no es (ni pretende ser) un cronista, y se redefine como autor, una figura con entidad creativa (me ahorro expresamente la palabra artista), cuyo trabajo se aleja de forma voluntaria, del rigor fotoperiodístico por acercarse, una vez más, a estas fronteras desdibujadas entre el trabajo personal y la fotografía de compromiso social y de denuncia. Asimismo es evidente que cualquiera que sea la definición que damos a todos estos fotógrafos, ejercen una labor informativa. Son los notarios de hechos, a menudo dramáticos, que suceden en todas partes, que sin ellos serían invisibles. Para nuestro (mal denominado) primer mundo, y para forjar una sociedad mental y culturalmente sana, su tarea es fundamental. Desgraciadamente, y en general, la fotografía profesional ha encadenado una serie de circunstancias que la han abocado a una profunda crisis : la irrupción de la tecnología digital hace poco más de una década, la crisis de los medios impresos, la crisis económica que ha llevado recortes importantes en los presupuestos de las empresas (y en muchos casos su cierre), y también, lo hemos decir, el intrusismo profesional.

El sin sentido, por parte de algunos fotógrafos, que creen que se puede regalar el trabajo, es aprovechado por medios con poca ética y menos escrúpulos. La trampa de no cobrar a cambio de que el medio publique el nombre del autor ha hecho mucho daño a la profesión, cuando por otro lado, es obligatorio que el nombre del autor conste en la publicación. Es decir, se regala el trabajo a cambio de nada. La nueva situación ha dejado al sector y a los profesionales en un estado absolutamente precario, obligando a una adaptación, tanto del perfil y las prestaciones del fotógrafo, como del propio mercado y los medios destinados a dar visibilidad a los trabajos. En este nuevo escenario el fotógrafo debe reinventar y redefinir su rol profesional y social. Internet y las redes sociales son una herramienta que muchos fotógrafos han sabido aprovechar para poner su voz y experiencia al servicio de una comunidad de usuarios que crece cada día en internet, en las redes sociales y en las vitacoras personales. Podríamos pensar que dedicar tiempo y esfuerzo a crear contenidos para la red: artículos técnicos, portfolios, crónicas de eventos, vídeos .... es una tarea estéril, pero en realidad es una inteligente forma de redefinir el perfil profesional, ganar visibilidad y prestigio, acceder a nuevos entornos y personas y, de paso, a nuevas oportunidades profesionales. Ya no basta con ser un buen fotógrafo (documentalista, fotoperiodista, "artista "....), a partir de ahora el fotógrafo se quiere convertir en un "gurú ", en una marca, una marca personal avalada por un grupo de opinión lo suficientemente amplio y heterogéneo, que sólo nos puede dar la red. Algunos ejemplos de fotógrafos con Marca Personal que se han sabido posicionar y se han convertido en referentes en estos nuevo escenario (están entre el público hoy aquí) son nuestro querido y leído Paco Elvira, con el su blog fotográfico y gastronómico, que estrenó hace 3 años, y que ha alcanzado la cifra record de 1.000.000 de páginas visitadas. En Tino Soriano, que es una institución dentro y fuera de la red, escribe un blog desde hace años y últimamente ha organizado una revolución en Facebook al crear un grupo (que a estas alturas cuenta ya con casi 5.000 miembros) destinado a denunciar los abusos que sufrimos los fotógrafos. Por si os interesa el grupo, se llama STOP CLAUSULAS ABUSIVAS EN LOS FOTOGRAFOS. O el caso de Aleix Saló, un anonimato dibujante de cómics, autor del vídeo "Españistan" donde explica en clave de humor corrosivo la crisis de la burbuja inmobiliaria en España. El video lo colgó en YouTube, y lo vieron más de 2.000.000 de personas en una sola semana. David Airob, que ha convertido su blog TheWild Side en una fuente de conocimientos sobre edición gráfica y prensa. Son sólo algunos ejemplos muy cercanos del fotógrafo del siglo XIX, un hombre orquesta: tecnólogo, cronista, autor, gurú, y sobre todo, relacionista público y vendedor al servicio de su marca. Sin embargo, y volviendo de nuevo al fotoperiodismo (discernido de la enorme cajón de sastre que es el documentalismo), no debemos olvidar que el fotoperiodismo ha entrado en un circuitos mucho más minoritarios. Salas de exposiciones, galerías y museos, son unos excelentes canales de reconocimiento para sus autores, pero que en ningún caso conseguirán alcanzar el objetivo de llegar de forma masiva a la sociedad con el fin de denunciar, informar y educar. En cierto modo podríamos decir, como conclusión final, que la entrada del fotoperiodismo en las galerías implica la pérdida de su función primordial. Dando a ella la vuelta a una setencia de una amiga, y prestigiosa gestoral cultural , que decía que "cuando las vanguardias llegan al pueblo dejan de ser vanguardias" , en este caso podríamos decir que "cuando la vía de visualización del fotoperiodismo son las galerías y museos, el fotoperiodismo deja de cumplir con su función".